Casi una docena de cronicos escribieron libros sobre la cruzada en los veinte años de conocimiento que siguieron a la captura de Jerusalén, a veces con descreimiento o disgusto o negación, pero siempre disconformes con los claros y densos detalles de la historia. En Noviembre 28, de 1098, el Conde Raymond de Saint-Gilles condujo el sitio de Ma'arra ( hoy la ciudad Siria de Ma'arrat al-Numan). Dos semanas después, el 11 de Diciembre, con la ayuda de otros líderes Cruzados, el ejército de Raymond rompió las defensas de la ciudad y tomó posesión de la misma al otro dia. Los variados ejércitos entonces esperaron por un mes mientras sus líderes debatieron cómo proclamar y dividir las propiedades de la conquista. Finalmente en Enero 13 de 1099, bajo intensa presión de sus seguidores, Raymond juntó sus fuerzas y continuó su camino a Jerusalem. En algún punto durante este trayecto – como podremos ver, las fuentes varían considerablemente – un indeterminado número de soldados se alimentaron de la carne de los cadáveres enemigos.
Historiadores de las Cruzadas tuvieron este dato confinado de las principales narrativas, tratándolo a veces inconsistentemente, a veces incoherentemente. Su análisis más sustancioso se remonta a 1959, en un artículo de Lewis A. M. Sumberg, que culpó a un subgrupo de cruzados empobrecidos llamados "Los Tafur", que el mismo trato de localizar su origen. Un artículo de Michael Rouche atribuyó un carácter sagrado al canibalismo, comparando la carne tomada de los cadáveres musulmanes como maná enviado a los niños de Israel para que ellos puedan cruzar los mismos desiertos, que argumenta el hecho, de acuerdo con Jonathan Riley-Smith, como la evidencia de que ellos cargaban más peso de lo que podían soportar. Riley-Smith mismo ve al canibalismo como una respuesta al hambre y no le echa toda la culpa a "Los Tafurs", aunque él los describe como 'muy hambrientos'. Otros estudiosos continúan asociando al canibalismo con "Los Tafurs", aunque no va tan lejos como Amin Maalouf, en su libro incendiario 'Los Cruzados a través de los ojos Arabes', titula el capítulo de la captura de Jerusalén "Los caníbales de Ma'arra.' Él observa, "la memoria de esas atrocidades, se preservan y transmiten por poetas locales como una tradición, enmarcados en una imagen que no es fácil borrar"; y, "los turcos nunca olvidaran el canibalismo de los occidentales."
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