En un puerto olvidado por los mapas y las estrellas, donde las brumas se arremolinan como si ocultaran antiguos secretos, camina el temible Capitán Mordrake. Su figura es un remanente de otra época: una osamenta vestida con jirones de un abrigo de capitán carmesí, raído por siglos de tormentas y batallas. De su cinturón cuelga un sable oxidado, aún manchado con las memorias de viejas traiciones.
Sobre su hombro descansa su compañero de eternidad: Calavera, un loro esqueletico cuyos huesos secos repiquetean con cada brisa marina. Sus ojos son dos ascuas verdes que iluminan la niebla a su alrededor, y su voz, aunque quebrada, repite sin cesar fragmentos de órdenes antiguas y maldiciones olvidadas.
El Capitán Mordrake vaga entre los barcos podridos y los muelles hundidos, buscando su tripulación perdida o quizás, un último tesoro maldito que le devuelva el descanso que le fue negado.
Primero de los personajes para un juego de mesa gratuito en el que estoy trabajando.